martes, 7 de febrero de 2012

Aún aprendo, que decía Goya

(Aún aprendo, dibujo de Goya de sus últimos años)


“Hay algo extraño en los logros de la edad avanzada en algunos hombres de genio. Cuando llegan a una edad en la cual otros se atrincheran de un contacto con el mundo que llama seductoramente y viven en conformidad con el gradual debilitamiento de los órganos de los sentidos y de la memoria, algunos genios irrumpen violentamente con creaciones que en ocasiones sobrepasan todo lo que entonces han creado, como si la vecindad de la muerte les liberase de una inhibición y entonces pudiesen decir y expresar algo que han llevado en ellos durante toda su vida…estas obras de liberación final son por ejemplo los últimos cuartetos de Beethoven, las últimas pinturas de Tiziano, los últimos autorretratos de Rembrandt, la segunda parte del Fausto de Goethe y los Años de peregrinación de Wilhem Meister y probablemente también el último libro de Freud sobre Moisés. Estas liberaciones finales son estupendas por el horizonte y la amplitud de sus síntesis.”


(Kurt R. Eissler, de la introducción a su estudio sobre los dibujos de El Diluvio, de Leonardo da Vinci)




(Imagen de Peter Birkhauser)


Tal vez sea una interpretación excesivamente psicoanalítica, y hoy se valoraría el fenómeno a la luz de otras ciencias. Pero la meditación no creo que deba quedar únicamente para el papel de los grandes genios en su edad avanzada. Sino que podría ser aplicable a todos aquellos individuos que, sin haber alcanzado el estrellato, han estado ejercitando sin vacilar un trabajo creativo continuo. Y eso lleva a reflexionar sobre el don de la actividad de creación. Una actividad que está siempre en pugna, que no se limita a la monotonía, que necesita el acicate de ir siempre un poco más allá. Es decir que la misma insatisfacción, vinculada a la conciencia de que ejercitar proporciona resultados en la búsqueda, forma un equilibrio suficientemente razonable que rescata energía constantemente, en lugar de rendirse al cansancio que suele conllevar el desánimo. Por supuesto, la actividad, más o menos desarrollada, viene de atrás en la vida de un individuo.

Traemos un bagaje desde nuestros aprendizajes primarios. La acción creativa es siempre indagadora y prospectar sin rendición supone el acicate que va a generar un esfuerzo soportable. Lo que se indaga exige una forma de expresión. El que estudia necesita llegar a conclusiones y exponerlas. El escritor precisa evolucionar y hacer avanzar el juego de sus palabras. El que pinta se exige explorar nuevos dominios de formas, de colores, de simbolismos.

Que grandes artistas  -Goya o Picasso o Casals son otros paradigmas de la edad provecta no vencida y sí enormemente generadora-  nos hayan aportado obras de talla en sus últimos años no deja de ser sino un modelo que al común de los mortales nos debe tentar. No sé si es la proximidad del fin lo que agita el interior de un artista. Tal vez sea el alto nivel de exigencia y la obsesión de pensar en su fuero interno que pueden llegar a más. Esto es noble, y solo cada cual sabe el reto que se plantea y mide la capacidad para ejecutarlo. Final de cuento moral: jamás deberíamos resignarnos por las buenas no solo a dejar de vivir, sino sobre todo a no cesar de expresar la única vida que poseemos. Y ésta suele ser compleja, desafiante, rica y, en tantos casos, propia de demiurgos.  

15 comentarios:

  1. A título personal, me gusta la vejez, me ha otorgado una libertad que las otras etapas me negaron.
    La primera imagen y por supuesto el mismo concepto, pero expresado con mi simpleza, que no simplicidad, habitual lo tengo por algún lugar de los cientos de entradas del blog.
    Me tendré que meter a cuchillo en él y reorganizarlo, al menos en mi mente. Bs.

    ResponderEliminar
  2. dos maneras tiene la vejez de llegarnos, cual un viejo tonto o cual un viejo sabio (este último es que aún aprende)
    saludos

    ResponderEliminar
  3. MJ. La vejez como libertad...vaya, un concepto que no se suele nombrar como tal. Me lo pensaré para cuando me llegue (la vejez o la libertad)

    Obviamente, la imagen que da Eissler s enos ha ocurrido de una manera u otra a todos, pero es bueno hablar de ello.

    ResponderEliminar
  4. Ay, Omar, qué castellanía profunda te guía...Tontos, sabios...Habrá quien nos escuche y diga: lo importante es llegar, sea cual sea su estado. No, no se trata de llegar por llegar. Preferiría llegar como curioso. No soy quién para declinarme para la sabiduría y sí soy quién para apartarme del mundo de los bobos y de los necios.

    ResponderEliminar
  5. Mientras hay vida, hay creación, artista es aquel que sabe sacarle jugo a ambas cosas a pesar del tiempo vivido.
    La vejez nos acerca al origen, es por ello que ha veces vislumbramos la esencia con más claridad.

    No siempre van unidas vejez y sabiduría, como tempoco vejez y salud. así que cada vida es un experimento para su poseedor,algunos la viven, otros la toleran, los más, ni se enteran.

    un abrazo

    ResponderEliminar
  6. Genetticca. Mientras hay vida hay actividad, más o menos creativa o rutinaria (dejarse llevar) Eso depende de lo que se exija cada cual, pienso, y de lo que dé de sí. Puede que la vejez acerque al origen, es decir, a la nada de donde venimos. La naturaleza no "inventó" otra cosa para todo lo habido y por haber porque la eterna "creación" de la propia naturaleza es un desencadenante que se inicia y se agota y porque de unas vidas tienen que nacer otras, sea cual sea su forma (animal, mineral, vegetal, sideral) Si empezamos a comprender nuestra existencia comprendiendo paralelamente la de todo el universo, acaso sea más fácil combatir las angustias.

    ¿Vejez y sabiduría unidas? No estoy seguro. Debería ir a la par. Se supone que la experiencia debería enseñarnos, pero...veo cada pauta de comportamiento en gente mayor que no sé muy si ha aprendido algo.

    De todos modos vindico -siempre que el cuerpo físico no ponga límites- actividad, impulso, el pensamiento y la imaginación no tienen simple caducidad.

    ResponderEliminar
  7. Expectativas en positivo, el llamado efecto Pigmalión.
    La vejez tiene sus ventajas, por ejemplo, te dejan de doler los dientes y dejas de oír tonterías.

    ResponderEliminar
  8. Enlazando en armonía con lo que escribes y lo que te comentan: ¿por qué seguimos obsesiva atentos a la poesía joven, a los nuevos talentos? ¿No es una evidencia que si el viejo muestra al público su obra como si fuera un joven o adolescente la "receptividad" será mayor? ¿Qué creemos encontrar en el joven - asumiendo con liberalidad sus "errores" de la primera obra? ¿Es proyección en el alma del cuerpo más atractivo? ¿Seguimos esperando al profeta o al mesías? ¿Imaginamos que el joven es el único capaz de acceder al espíritu de los tiempos, siendo el viejo alguien ya taponado por vendajes y lienzos resecos?.

    No podemos negar este comportamiento de la tribu , ni desalojarlo con un simple aristocratismo - sólo unos pocos captan lo relevante, al margen del autor y su imagen juvenil o sapiencial. La cuestión sociológica de la recepción se mezcla con una cuestión antropológica y, si me apuras, ontológica.

    ResponderEliminar
  9. Dapazzi, gracias por tu presencia. Las expectativas...siempre tan relativas. Si no tienes dentadura y si encima te has quedado sordo...Pero sospecho que las tonterías abundan, por no decir cosas peores. Y eso no sé si se digerirá en la vejez.

    ResponderEliminar
  10. Buenas preguntas, L., que implícitamente suenan a posibles respuestas. Obviamente no todo lo que huele a joven en poesía tiene interés, al menos para mí. Por otra parte, el mito "joven, juventud" existe y la fascinación por lo que perdimos no te cuento.

    La receptividad de la obra del viejo hoy día está en función de la vida superficial que llevan nuestras sociedades, lo que algún filósofo actual viene llamado tiempos y modos líquidos. Curiosamente, a mí me pasa que cuando leo los clásicos me parecen sumamente modernos, jóvenes, frescos y cargados de imaginación y de argumentos. ¿Hay acaso algo más atractivo?

    Yo tampoco creo que solo unos pocos capten lo más relevante, pero el autor del texto se concentra en una parte especial de los considerados grandes y de ahí extrapolaba yo que todos podemos estar atentos a nuestra pequeña escala.

    ResponderEliminar
  11. Felicidades por el blog. Te linko.

    ResponderEliminar
  12. Gracias a ti, Lola, por tu presencia aquí. Pasa cuando gustes.

    ResponderEliminar
  13. cuánto quisiera yo, al menos en la vejez y aún en un instante fugaz, impregnarme de esa genialidad, ese toque creativo donde toda una vida se justique al menos en ese acto mágico de liberación total!

    un abrazo.

    ResponderEliminar
  14. Patricia. Todo el que lleva una actividad esforzada y dotada de vida interior tiene grandes posibilidades de rozar algo de ese estado (quiero pensar) Los grandes no hicieron al final de sus días algo más grande por azar, supongo; estaban impregnados de ese hacer durante toda su existencia.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  15. Hola
    Este fin de semana he visitado una exposición de Goya que ha llegado a Barcelona.
    Al final del recorrido encuentras este dibujo "Aun aprendo", después de todos los anteriores me llamo la antención las manos, dibujadas con detalle.

    Un saludo

    ResponderEliminar