lunes, 1 de abril de 2013

Durmientes, en palabra de Heráclito.


(Copia moderna de una escultura clásica representando al Hermafrodita Borghese)


"Un hombre prende una luz en la noche cuando su vista se apaga; vivo, palpa la muerte mientras duerme; despierto, entra en contacto con el durmiente."

(Heráclito. Fragmentos, LIX. Ediciones Árdora)


En el sueño el hombre se encuentra lo más próximo posible al estado de no-ser. También en el éxtasis amoroso (¿será por esa razón por la que éste posee tanto de onírico?) De ordinario damos vueltas a los sueños que tenemos, en un intento deficiente y en general frustrado por desentrañarlos. Como si fueran una bola de cristal metatemporal que nos deberían dar claves sobre la manifestación de las vivencias sobre nuestras emociones y, en general, nuestra personalidad. Algunos aún esperan que le indiquen el camino ante una encrucijada. El sueño no aparta las vivencias del día, tal vez las reconduce hacia un estado de asimilación mental que sin él no existiría. Quien no durmiera se volvería loco. Pero el sueño es también una representación simbólica. El ser humano ¿vive el sueño como una antesala de la muerte? ¿ O como un ejercicio? ¿O acaso como un pulso? ¿No hay en el despertar casi siempre una sensación de alivio? Se dirá que eso sucede con las pesadillas, principalmente. Que sentimos una perturbación si nos despertamos en el tempo de los sueños placenteros. Y sin embargo, en el sueño prolifera el desgarro, la tensión, el abandono a un ritual incontrolado. Puede que el sueño sea una especie de médium del hombre, el fiel entre vida y muerte, entre presencia y ausencia. Pero también cunde en los humanos la idea de que morir será como dormir. Y esa idea de que el desarraigo definitivo nos llevará a la nada dulcemente prende en nosotros, para compensar el miedo y la angustia de la deserción. 
   


9 comentarios:

  1. Pues , creo que sí: para compensar el miedo al no ser.

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    1. O el miedo a la ruptura y al tránsito al vacío. Pensemos que solo nos es dado tener como referencia todo lo que acontece mientras vivimos. Y esa referencia va en nuestra genética y en nuestra cultura humana.

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  2. alma bárbara, te saludo! ya estoy por aquí otra vez!

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  3. (...)
    Morir, dormir, no despertar más nunca,
    poder decir todo acabó; en un sueño
    sepultar para siempre los dolores
    del corazón, los mil y mil quebrantos
    que heredó nuestra carne, ¡quién no ansiara
    concluir así!
    ¡Morir… quedar dormidos…
    Dormir… tal vez soñar! -¡Ay! allí hay algo
    que detiene al mejor. Cuando del mundo
    no percibamos ni un rumor, ¡qué sueños
    vendrán en ese sueño de la muerte!
    Eso es, eso es lo que hace el infortunio
    planta de larga vida. ¿Quién querría
    sufrir del tiempo el implacable azote,
    del fuerte la injusticia, del soberbio
    el áspero desdén, las amarguras
    del amor despreciado, las demoras
    de la ley, del empleado la insolencia,
    la hostilidad que los mezquinos juran
    al mérito pacífico, pudiendo
    de tanto mal librarse él mismo, alzando
    una punta de acero? ¿quién querría
    seguir cargando en la cansada vida
    su fardo abrumador?…
    Pero hay espanto
    ¡allá del otro lado de la tumba!
    La muerte, aquel país que todavía
    está por descubrirse,
    país de cuya lóbrega frontera
    ningún viajero regresó, perturba
    la voluntad, y a todos nos decide
    a soportar los males que sabemos
    más bien que ir a buscar lo que ignoramos.
    Así, ¡oh conciencia!, de nosotros todos
    haces unos cobardes, y la ardiente
    resolución original decae
    al pálido mirar del pensamiento.
    Así también enérgicas empresas,
    de trascendencia inmensa, a esa mirada
    torcieron rumbo, y sin acción murieron.
    W. Shakespeare

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    1. Siempre nos quedará Shakespeare para explicar ciertas cuestiones vitales como nadie.

      Gracias, Daniel.

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  4. Me ha encantado tu reflexión...

    Un placer leerte.

    Saludos.

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    1. Me alegra si una de mis reflexiones al vuelo le proporciona satisfacción o lo que se a otra persona. Pasa cuando gustes, Misterio. Gracias.

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  5. El que nos lleve al sueño eterno que sea plácido y sin pesadillas. Hay quien teme a los sueños, por lo trágicos, por lo tristes.

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