lunes, 30 de enero de 2012

Cuando Viktor Shklovski lo veía venir


“ En las descripciones de H.G.Wells, se ve claramente que las cosas gobiernan al hombre, y no al revés.
   Los objetos transforman al hombre; especialmente las máquinas.
   Hoy en día, el hombre solo sabe ponerlas en marcha, y después siguen funcionando solas. Se mueven, avanzan y aplastan al hombre. En el campo de la ciencia, la situación es aún más seria.
   La certidumbre intelectual y la certidumbre de la naturaleza se han disipado.
   Una vez hubo conceptos tales como arriba y abajo, el tiempo, la materia.
   Ahora no hay nada. En el mundo de hoy, solo impera el método.
   El ser humano inventó el método.
   El método.
   El método se fue de casa, a vivir por su cuenta.
   Hemos descubierto el manjar de los dioses, pero no nos lo comemos.
   Las cosas, y entre ellas, las más complicadas del todo, que son las ciencias, andan sueltas y desatadas por el  mundo.
   ¿Cómo conseguiremos que trabajen para nosotros?
   ¿Seguro que es necesario?
   Quizá sería mejor que construyéramos cosas inútiles e inmensas, pero siempre nuevas.”


(De Zoo o cartas de No amor, de Viktor Shklovski. Edición de Ático de los Libros)






Es un escrito de 1923 que ya anticipaba las angustias por los cambios tecnológicos y el precio humano que habría que pagar. En realidad se trata de un texto más, pues ya cundieron unos cuantos en la primera parte del siglo XX que hacían hincapié en la misma línea. Incluso Thomas Mann escribió veinte años más tarde su Doktor Faustus, incidiendo más literariamente en el tema. Quien lea un discurso como el de Shklovski de modo puramente literal puede pensar a estas alturas que es exagerado. Y sin embargo, cuanto más lo leo al pie de la letra menos necesidad tengo de pensar en metáforas o en lenguaje irónico. Me pregunto: ¿están siendo las cosas tal cual las expone el escritor ruso? Hay una parte de la crisis actual de las economías occidentales que reside en la rapiña financiera, en el desastre y caos de las teorías económicas y en la desorganización de los mercados. Amén de una actividad productivista que ha emprendido probablemente una carrera de callejón sin salida. Pero tengo la impresión de que el cambio tecnológico inagotable, la velocidad a que se desarrollan los descubrimientos técnicos y científicos, su aplicación en aras de la reducción de costos, la sustitución cada vez más frecuente de la maquinaria y su incidencia en los procesos productivos, apartando al ser humano, relegando la mano de obra, está siendo tan decisiva en la crisis social como lo fue a finales del siglo XVIII, cuando el surgimiento del maquinismo. Probablemente, el fenómeno ha sido constante, nunca se ha detenido. Entonces, cuando contemplas por un lado los altos índices de paro, sus secuelas sociales y políticas de dimensión imprevisible, los cierres de factorías, la reconcentración de estas, no dejas de pensar en que el triunfo de la máquina despoja a millones de humanos de sus posibilidades de trabajo. La pregunta del formalista ruso: ¿Cómo conseguiremos que trabajen para nosotros? Me resulta en este contexto clarividente y acertada.




14 comentarios:

  1. Altamente profundo y reflexivo, un escrito para leer y releer, felicitaciones y gracias por compartirlo!

    Un saludo!

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  2. Shklovski no tiene pérdida, Movisi. No en vano participaba de la onda de Maiakovski. Me alegro si te ha gustado.

    Saludo.

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  3. la semana pasada leí "la máquina del tiempo" de Wells. Las máquinas pueden llevarnos a cualquier parte, incluso al desastre.
    Un abrazo

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  4. Qué novela tan espléndida, ¿verdad, Marcelo? En efecto, pero para mí la cuestión es: ¿somos capaces de controlarlas, de ponerlas a nuestra disposición, de hcerlas nuestro medio y no nuestras señoras amas?

    Aún se discute sobre el tema. Y no paramos.

    Agradezco tu presencia. Cuando gustes aquí seguiré. Un abrazo cordial.

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  5. Desde Metrópolis de F.Lang ya se atisbaba el peligro de la 'mecanización' de la sociedad tecnológica y consumista. Lo dicho, un Prométhée Aux Enfers en potencia...Suerte que, a veces, algunos nos paramos a reflexionar.
    Me parece un tema bastante recurrente estos días. Es importante saber hacia dónde vamos y cual es nuestro particular Mefistófeles.Pero siempre teniendo en cuenta qué nos ha hecho llegar así y hasta aquí.
    Un saludo. Estupenda la entrada.
    PeterP.

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  6. PPan. Metrópolis, como buena película aparentemente futurista y muy tocada por el expresionismo, sabía sobre lo descarnado del futuro que iba a llegar. No obstante, ese pararnos a reflexionar...¿salva? Tal vez compensa a quien ejercita el pensamiento, pero da la impresión de que los pensamientos están tan aislados unos de otros que no hacen fuerza suficiente para cambiar el rumbo. O la fuerza no se manifiesta de forma directamente proporcional a nuestros deseos.

    En efecto, el tema es muy recurrente, pero desde hace dos siglos por lo menos, y luego resulta muy acuciante.

    Gracias, Ppan.

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  7. El nostre cervell, limitat i encara inconegut en un 70%, no pot donar abast a la comprensió de tots els mecanismes existents. Utilitza les màquines per al seu servei i exigeix que compleixin. Però no les entén.
    El perill és que exigeixi el mateix en les persones: que les utilitzi només per al seu servei i no les arribi a comprendre mai, abandonant-les quan no li rendeixen.
    Vet aquí l'arrel de tots els mals.

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  8. Obviamente, Olga, el cerebro humano tiene aún mucha capacidad infrautilizada. Las máquinas acaso son un reflejo de las capacidades y de los límites. Utilidad y medio no deberíamos confundirlas con imposición y poder, que implica desplazamiento. Y el desplazamiento casi siempre viene de manos de una minoría de humanos que utilizan la ciencia y la tecnología con ventaja. Sigo teniendo más miedo a esa minoría humana que a la máquina en sí, o en todo caso a ésta como reflejo de las ansias de dominio y depredación de los que concentran poder. Siempre acabamos en el mismo punto.

    Un abrazo y celebro que estés recuperada.

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  9. Es evident que la conciencia no está cambiando con la tecnología. A veces pensamos que nos enfrentamos a un océano embravecido de máquinas y avances con los viejos aparejos heredados de las carabelas colombinas de la edad moderna. Es acongojante comprender que los principios ilustrados no sólo están por instaurar en muchos lugares, sino también en el corazón de la vieja Europa. Hay que obligar al viejo estamento del interés a pasarse al lado del bien común. Es difícil, pero posible. Deberíamos estar todos trabajando 4 o 5 horas por un sueldo digno y no trabajando unos 14 horas para pagarle el paro a alguien que no encuentra trabajo. No lo estamos haciendo bien.

    Un saludo.

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  10. O la conciencia está plagada de contradicciones como nunca lo ha estado, Convoy 89. Por supuesto, coincido contigo en que nuestro país es altamente deficitario en espíritu ilustrado. Hay cosas tan obvias -y las contradicciones del sistema, que las ve todo el mundo se manifiestan escandalosamente enfrentadas- que debería ser más fácil que nunca, dado el nivel de la técnica y del conocimiento, alcanzar altas cotas de equilibrio social. Pero el mercado está enloquecido y nos movemos al borde del abismo.

    Gracias por pasarte y comentar, bienvenido.

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  11. Tú lo has dicho: fascinación por el borde del abismo. Un placer.

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  12. Vaya, veo que no soy la ave raris que roza el pesimismo y la realidad. Me consuelo (un poco solo)

    Gracias por pasar, Convoy89.

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