lunes, 31 de enero de 2011

Heráclito y el camino


“El camino hacia arriba y el camino hacia abajo es uno y el mismo”

(Heráclito. Fragmento LXXX)


Si se tratara de una simple constatación  de la dualidad, de la manifestación de los contrarios, ¿habría mencionado Heráclito el camino? Se hubiera limitado a hablar de arriba y de abajo. Tiene que haber algo más. El camino es acaso el accidente físico que más se ha transformado en imagen visual ilustrativa. Arraigada como está su enunciación común en nuestra sociedad, decimos con frecuencia venirte arriba y venirte abajo, los de arriba y los de abajo, los que suben y los que caen, los que llegan y los que se quedan…por el camino. Como recurso de lenguaje, pero también como indicativo de conducta, hablar de la senda o del camino ha servido siempre para revelar el acierto o el error en nuestros comportamientos. Es dinámica en la aparente quietud. Designa en definitiva el principio y el fin de las cosas, en su turnarse perpetuo, sin que haya meta ni origen absolutos. Se trataría de la idea de los ciclos de la naturaleza. Del crecimiento y reflujo de la vida de cada especie. De la progresión y retroceso en los acontecimientos humanos. El camino es el elemento  -nunca estabilidad, siempre movimiento-  pero se manifiesta como unidad. Es la dinámica la que otorga lo singular en un mundo de probables opciones no sustancialmente diferentes. Y éstas siempre se desarrollan en el mismo punto fluctuante. Los fenómenos naturales, los ciclos, la vida animal y humana, la historia, las transformaciones físicas y químicas del universo. Todo fluye en un acontecer que denomina Heráclito el camino. El camino es el acontecer.



3 comentarios:

  1. Devenir, o el llegar a ser de cualquier existencia temporal, su apertura hacia el futuro. Sin embargo, a mí me parece que el camino no es un devenir cualquiera, es un devenir de animales simbólicos orientados hacia el conocimiento -de autodescubrimiento y, por tanto, descubrimiento del otro; la diferencia-. Una trayectoria de ida para recobrar el hogar en la vuelta a sí mismo, como en el cuento de Alicia. Es cosa de sujetos capaces de proyectar su "extensión intencional" hacia el pasado y hacia el futuro (retención y protensión, según Merleau-Ponty); capaces de desviarse de lo actual para crear posibilidades, para imaginar. Así enactuamos un mundo propio, así abrimos el mundo a su multiplicidad y lo exorcizamos de interpretaciones unívocas. Cada extravío desbroza nuevos senderos. Sólo se "pierde" quien no camina, y no sé si eso es posible. Nuestro punto del Ahora, el anclaje de nuestra presencia, se encuentra sumergido en lo imaginario. El camino: símbolo del proceso de individuación.

    Así que "se hace camino al andar" hacia -o en- el enigma del pensamiento (y del sentimiento que es indistinguible en nosotros), experiencia interna y propia de nuestra vida.

    "Toto, I've got a feeling we're not in Kansas anymore."

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  2. Acaso el devenir sea un devenir concéntrico. ¿Quién puede apostar porque uno de los mundos (animales, naturaleza, universo, especie humana, etc.) sea absolutamente independiente de los demás? ¿Cuánto de esfera propia y de influencia y condicionamiento de otros mundos tiene cada cual? No, el camino no es un devenir cualquiera. Es el todo y es el particular. Situándonos en la especie a la que pertenecemos: pienso que los sujetos proyectan su intención (y no conozco apenas a Merleau-Ponty) puesto que son sus referencias. El desarrollo de la vida humana, la constitución de las sociedades, la historia…se mueven como si lo hiciera en torno a un eje (no interpretar esto de una manera rígida ni mecanicista) La experiencia, lo aprendido, lo vivido son referencias para el futuro. Tal vez nunca existe el presente, salvo como una eventualidad temporal, o es relativa su presencia, puesto que siempre estamos considerando cómo construir lo siguiente en base a recordar lo que hicimos anteriormente. En plan Perogrullo, con ser el presente el paso siguiente, nunca es el último ni el definitivo. ¿Ha sido siempre esto así? Probablemente no, sino que sean pautas y actitudes más propias de unas sociedades más rodadas y complejas. ¿Pero acaso los neandertales no se veían ya a su escala inmersos en ese eje retención/propensión? Conceptos y terminología que fundamos los humanos de estos tiempos y que mañana pueden quedar devaluados o reducidos.

    Estoy de acuerdo en que tan importante es la pérdida como el hallazgo. ¿Quién no aprende del extravío? ¿Quién no vuelve a intentar lo inalcanzado? Si solo se pierde quien no camina, llegaríamos a la conclusión de que nadie se pierde definitivamente. Puesto que siempre habrá una nueva proposición, unos nuevos pasos, otro intento. El camino es el acontecer. Y éste se logra -en ese espacio de individuación que citas- con la posibilidad, que siempre permanece abierta. Los símbolos siempre han sintetizado elementos complejos de las manifestaciones naturales o humanas. Que recuerdes a Antonio Machado a propósito del tema es de justicia. Evidentemente, cada día aparecemos en un lugar de nuestras vidas que no es Kansas, y no solo es cuestión de sensaciones.

    Gracias.

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  3. Me gusta esa frase tuya un poco heraclitiana (viene a pelo) "El camino: símbolo del proceso de individuación". No es el camino solo lo existente, objetivamente hablando. Es la conciencia del camino lo que importa en la especie humana. Y el símbolo que tenemos clavado. Debido precisamente a ese fenómeno de asunción individual.

    Interesante.

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