viernes, 21 de enero de 2011

Un texto sobre la condición humana, de Edgar Morin



“Llevamos en el interior de nosotros mismos el mundo físico, el mundo químico, el mundo vivo, y al mismo tiempo nos hemos separado de ellos por nuestro pensamiento, nuestra conciencia, nuestra cultura. De este modo, la cosmología, las ciencias de la Tierra, la biología, le ecología permiten situar la doble condición humana, natural y metanatural.

Conocer lo humano no es sustraerlo del Universo sino situarlo en él. Todo conocimiento debe contextualizar su objeto para ser pertinente. ¿Quiénes somos nosotros? Es inseparable de un ¿dónde estamos? ¿de dónde venimos? ¿a dónde vamos?. Pascal nos había situado ya entre dos infinitos, cosa que ha sido ya ampliamente confirmada por el doble desarrollo en el siglo XX de la microfísica y de la astrofísica. Hemos aprendido hoy nuestro doble arraigo en el cosmos físico y en la esfera viviente.”


Realmente, ¿nos hemos separado? ¿O somos un afinamiento, reflejamos esa proyección  -una proyección más, una extensión como tantas, muchas de las cuales apenas sabemos los humanos-  que el cosmos en su explosión perpetua genera? El cosmos está allí y aquí. En los agujeros negros y en lo más intrincado de las células de los seres vivos. No interpreto la cultura humana como una disgregación y una elevación sobre el resto de manifestaciones del Universo. Nos parece que está por encima, porque nuestra conciencia lógica nos lleva al mundo maravilloso de la explicación y del entendimiento. Mundo relativo, siempre insuficiente, pero siempre un paso adelante. Otra cosa es que nos lo creamos. Y ya viene desde los orígenes del ser humano esa senda paralela de la soberbia. Bien, pero éste es nuestro mundo y hacemos bien en ser conscientes, para bien y para mal, de desarrollar las posibilidades que nuestro mundo  -no único, insisto, no perfecto, acaso no el mejor, ¿qué sabemos de lo que pueda haber con otros desarrollos en la inmensidad de lo lejano y lo cercano?-   nos brinda. Las ciencias y las tecnologías que hacen avanzar aquellas deben estar para elaborar nuevos enfoques  -llámenlos filosofía, pensamiento, ideas, etc.-   sobre nuestro sentido de especie. Pero debemos hacerlo vinculados a los otros miles de mundos, de especies, de situaciones, ahuyentando con humildad nuestras pretensiones superiores. Las pretensiones superiores con lo que está fuera de nuestra limitada conciencia acaban pronto y con frecuencia arremetiendo contra los individuos humanos. Entender y sujetar la dialéctica de lo que buscamos y de lo que retenemos es necesario para el camino que pueda tomar en el futuro, cada vez más urgente y precipitado, nuestra especie.




Texto original: tomado del libro La mente bien ordenada, del científico francés Edgar Morin.
Imagen: cuadro del artista suizo Peter Birkhauser.  

2 comentarios:

  1. Tantos interrogantes quedan abiertos...

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  2. ¿Acaso se puede comprender la vida como algo diferente a la gran interrogación? Un interrogarse permanente, cotidiano, sin principio ni fin.

    Gracias, Ataúlfa Braun.

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