sábado, 8 de enero de 2011

Vigencia de La Boétie en los tiempos presentes



“...Para obtener el bien que desea, el hombre emprendedor no teme el peligro, ni el trabajador sus penas. Sólo los cobardes, y los que ya están embrutecidos, no saben soportar el mal, ni obtener el bien con el que se limitan a soñar. La energía de ambicionar ese bien les es arrebatada por su propia cobardía; no les queda más que soñar con poseerlo. Ese deseo, esa voluntad innata, propia de cuerdos y locos, de valientes y cobardes, les hace ansiar todo aquello cuya posesión les hará sentirse felices y satisfechos. Hay, no obstante, una cosa, una sola, que los hombres, no sé por qué, no tiene siquiera la fuerza de desear: la libertad, ese bien tan grande y placentero cuya carencia causa todos los males; sin la libertad todos los demás bienes corrompidos por la práctica cotidiana de la servidumbre pierden por completo su gusto y su sabor. Los hombres sólo desdeñan, al parecer, la libertad, porque, de lo contrario, si la desearan realmente, la tendrían. Actúan como si se negara a conquistar tan precioso bien únicamente porque se trata de una empresa demasiado fácil.”


Comportarse aceptando la servidumbre. Es el signo y el sino también de nuestro tiempo. Se persiguen los bienes como si formaran parte del cuerpo y de la salud, se compran los valores en las urnas y se relega la práctica en nombre de esa votación, se vende la delegación de los derechos a los que solo exigen deberes, se entrega la racionalidad al consumo, se suplanta el conocimiento por el entretenimiento. Las reglas del juego se reducen cada vez más al mercado, a la capacidad adquisitiva y a la ilusión del ejercicio de la compra. Y todo lo que funciona en política y ética en derredor es en función de y acomodado a esas reglas. ¿Qué pasaría si el crack redujera a cenizas esta situación? Hay una rendición moral de la sociedad porque la hay del individuo, porque no se desea la libertad. Se vive en una dicotomía: todo el mundo parece tener claro dónde reside el mal, pero nadie reacciona. Entiéndase en términos relativos, pero extensos. Los tiranos que antaño se basaban en las armas, en el control directo del poder, en el exterminio inmediato del disidente, hoy disponen de otros bagajes para imponerse y perpetuarse. La información, la educación, la aplicación de la ciencia, la expresión de la cultura, las leyes, los parlamentos, son elementos para la domesticación. Consentimos, luego el poder se instala, se consolida y se convierte en un dios. Ese poder está diversificado, es un pulpo. Penetra en cada capa social, en cada conducta, se adelanta incluso a las aspiraciones de la población. Los individuos, la sociedad, la gente, llámese el ente colectivo como se quiera, al asentir y dar por hecho la lógica del poder y de la explotación, al rendirse a la evidencia del poder que desea ser cada vez más absoluto, asumiendo voluntariamente un sometimiento suicida, construyen pequeños fascismos cotidianos, cultivan la negación de su propia fuerza. El fascismo de cada día se basa en la aceptación acrítica de la situación y en la renuncia a la capacidad personal y grupal para cuestionar lo que acontece y para instalar una alternativa. Renunciar es estar atados. Renunciar es respaldar al poder. Negar la libertad a cambio de la posesión relativa del objeto, en todas sus variantes y formas, es caminar al borde del abismo. Los seres serán en el futuro una modalidad de esclavos modernos, donde lo que les esclaviza no es solo su papel subsidiario y ajeno en el control de los procesos de producción, sino su segunda condición, la de consumidores sujetos a la dependencia del mercado. ¿Por qué si los problemas son bastante comunes y claros para gran parte de la sociedad no es capaz ésta de sublevarse y levantar otra alternativa? El enigma permanece, el debate está abierto.



Imagen. Escalera de caracol extraída de http://joachimmalikverlag.blogspot.com/. El texto primero pertenece a Discurso sobre la servidumbre voluntaria del escritor Étienne de La Boétie (1530-1563)

3 comentarios:

  1. ¿Por qué? Por pereza y por ambición. Por no quererse desprender del objeto, como bien dices. Porque están atontados con el espectáculo, atrapados en el espejo inverso que se ha ido creando a lo largo de los años. Han quedado atrapados en el espejo, como una Alicia sin voluntad. Porque pueden comprar la calma del deseo. Porque pensar produce dolor muchas veces, produce un cambio en el sí mismo que repercute en el individuo. Porque es más fácil mantenerse en lo inocuo de lo acrítico. Porque nada sirve, piensan. Porque pretenden mantener el estatus como parte de su ganancia de pequeño y mediocre poder. Porque no quieren perder lo que quieren; infelices, y no saben que la muerte les va a llegar igual.
    Saludos desde el limbo dominical

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  2. Asombrosa y extensa relación posibilista. Que comparto. Pero el enigma persiste. ¿O se trata de ceguera? Nunca hubo tantos elementos de análisis para obrar con perspectiva y para desear lo verdaderamente importante. Pero seguimos atándonos a lo inmediato. Obnubilación por el bien objeto frente al bien liberador. Tal vez.

    Gracias por opinar y vuelve cuando quieras y el tema te diga algo.

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  3. Quizás se trate únicamente de ver una sola cosa, el dinero. Y eso en realidad importa tan poco...
    Un abrazo

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