lunes, 14 de febrero de 2011

Sogatira. Cioran.




"El hombre se halla en algún lugar entre el ser y el no-ser, entre dos ficciones."


(Ese maldito yo, de E.M.Cioran. Edición de Tusquets, 1987)



Al menos el hombre se siente en un espacio. Si se desprovee de las apariencias ese espacio es el vacío. Es el actor protagonista de un mero ejercicio dinámico. Como en la sogatira, el hombre es ese punto de máxima tirantez que las dos fuerzas opuestas llevan a la máxima tensión. Puede adornarse para determinar su visibilidad, pero no puede evitar lo profundo: esa tensión que le atrae o le  repele hacia uno de los dos extremos. No hay un punto fijo ni estable. Como mucho hay una referencia, y nunca absolutamente clara. El hombre se debate con el vacío de manera constante. Es sorprendente que precisamente lo que ocupe el vacío del hombre sea la ficción. Cuando cree ser edifica un mundo de significados y significantes a los que les otorga incluso carácter sagrado. Se refugia en ellos y lucha por ellos. Una realidad cargada de respuestas irreales, aunque posibles, que le permitan sobrevivir. Cuando duda y no se encuentra satisfecho con esa zona de la soga se abandona a la conciencia del vacío. Sufre porque sabe que todo es posible pero nada se garantiza que sea realizable. A veces, para conjurar tal conciencia se entrega o al mundo onírico o al mundo sublimado de la imaginación. El punto de máxima presión se reconoce así durante todo el tiempo que dure el juego. Soportando alineamientos en un sentido u otro. El punto de presión puede ser también un punto de ignición, donde prende el riesgo de la supervivencia. Y llegado el momento el hombre se encarna en el punto de rotura. No soporta más las ficciones de las dos máscaras de la existencia. Es cuando bajo el vacío que ha sorteado durante su temporalidad se convierte en la nada. Fin del juego. Ni vencedores ni vencidos. O sí, acaso la ficción.



6 comentarios:

  1. No sé si lo he comprendido bien, pero me parece que esa idea de la vacuidad esencial que sustenta la producción de lo real, el secreto de lo real digamos, su fantasma, sólo es pensable desde las concepciones del deseo como carencia (la del deseo-carencia del psicoanálisis mismo). El deseo como carencia que tan bien se reproduce por mimetismo y articula nuestro medio social. El modelo dominante del deseo con su trascendente absoluto: la nada del fantasma... ¡Así funcionan las cosas! ¡Todo está organizado antes de empezar! ¿No será simplemente la forma aprendida, entre tantas otras posibles, de producir realidad? Cuestión de potencias, de realizaciones. Y después de enfrentarme a este molino de viento mío, me pregunto si no he leído mal y lo que se viene a expresar en el texto es que no hay esencia y que lo real siempre es producido como una concatenación de "elementos" desplegada sobre un plano de puras intensidades.

    Saludos :D

    ResponderEliminar
  2. Entiéndeme siempre de la mejor manera, puesto que mis opiniones no son exégesis que pretendan llegar a ser verdad. ¿Qué interpretación con el pensamiento y manifestada con la palabra lo es? Los humanos siempre han ejercido aproximaciones al conocimiento, pero ¿conocemos? Tus opiniones tiene valor para mí, que me encuentro siempre en búsqueda. Aclarado esto, la idea que planteas del deseo como carencia (y yo diría que también la carencia como incitación al deseo, algo muy propio y agudizado en estos tiempos de sacralización del individualismo como jamás antes han existido), me parece acertada. Nos pasamos la vida persiguiendo sombras, irrealizaciones, e incluso imposibles. ¿Producto de ese deseo o del vacío, o de ambos? Yo apunto a que esa manifestación evidentemente define al hombre (no es la única, supongo) pero por eso indico que es la conciencia de la dinámica lo que para mi personalmente más me aproxima a la huída de la angustia que pudiera desarrollar el vacío. Es probable que todo esté pensado-planificado-organizado antes de empezar. Pero cada individuo quiere probar y en la medida de lo posible y de su aceptación en comprobar. Si la conciencia de la vida no se limita a los acontecimientos y acciones en los que nos vemos inmersos y por los que luchamos, sino que se abre como conscientes partícipes de una dinámica y una dialéctica que va más allá de lo inmediato y programado y que nos envuelve, seamos conscientes o no, queramos o no, acaso la fortaleza interior del individuo fuera superior.

    No digo que no haya esencia (concepto siempre revisable) pero de momento me inclino más a hallarla en la manifestación dinámica del hombre, del universo, de la materia. Creo que son concéntricas las manifestaciones. Lo nuestro no es indisoluble de la Tierra, ésta de las galaxias, éstas de cualquier principio de materia aún desconocida. Somos efectos de todo, en ese sentido. La conciencia del hombre sobre su propio estar siempre en evolución, en movimiento, haciéndose, es para mí lo más próximo a esa esencia, o al menos a una conciencia de esa esencia. La persecución de un afianzamiento de la posesión (de cosas, de influencias, de estados del ser social, de supuesta propiedad sobre la salud) siempre nos exige más. Y en esa búsqueda ansiosa vivimos más como espectros, como espectadores contemplando el fondo de la cueva donde se proyecta la irrealidad a la que consideramos lo real. (No me lo invento)

    ¿Lo real como una concatenación de elementos desplegada sobre un plano de puras intensidades? ¿Por qué no?

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Qué buen texto. Ya me has dado la semana. No sé por qué se me ha ocurrido entrar por aquí. Debe ser la portada, la foto, la tentación de ponerme a pensar
    ¡salud!

    ResponderEliminar
  4. Gracias por pasarte, Jones. Si la cadena de recursos que citas es tentadora, bien sea.

    Salud.

    ResponderEliminar
  5. Me parece demasiado trágica la forma en que describes la existencia del hombre. Ciertamente, todo ser humano tiene momentos "trágicos" a lo largo de su vida, pero la existencia es mucho más que eso. Lo mas difícil es "ser" en el sentido de la realización de lo que somos pues no tenemos el control de todas nuestras circunstancias, pero eso lo sabemos y no aceptarlo sería una necedad. La vida es mas sencilla y nuestras emociones son maifestaciôn de la satisfacción que tengamos con la nuestra. La filosofía debería ayudarnos a dar claridad a nuestra existencia y, como yo digo, no nos evita sufrir de dolores morales pero es el mejor análgesico.
    Gracias por su blog.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  6. Mmac, aunque tarde...Tal vez porque disiento, porque no creo en la "sencillez" de la vida es por lo que puede parecer trágica mi visión. Cuando establecemos este tipo de debates solemos ser muy etnocentristas, hablar desde nuestra perspectiva de occidentales más o menos opulentos. La visión del mundo y de las cosas varía en función de tu posición. Para gente de amplias zonas africanas o asiáticas...¿no es trágica su existencia? Me dirás que en su pobreza, vida elemental, etc. hay sencillez y acaso oses arriesgar que esa es la clave. Pero la sencillez con malas condiciones de vida y sometidos a opresiones varias no sé hasta qué punto podemos llamarla sencillez. Acaso deberíamos llamarla vida elemental o de subsistencia. Por supuesto te doy la razón de que nuestras emociones son manifestación del grado de satisfacción o carencia que las concedamos.

    Tema para discutir ampliamente. Pero agradezco tu discrepancia y que hayas pasado por aquí.

    ResponderEliminar